11 sept 2014

¡Cómo si lloviera ¡

Si algo está claro, es que podemos llorar cuando algo nos conmueve

 Basta con que el azar proponga que  es un día nefasto

 Porque lo que conmueve , es tan profundo , tan inherente a tu esencia que marcará los niveles del amor y dolor  como un reloj marca las siete y media

 ¡Pero si lo que conmueve marca incluso los estratos sociales¡

 Así, en su manifestación más obscura ( lo que conmueve porque duele ) ha de manifestarse con gritos y llantos compulsivos por  las clases más bajas y con una concupiscente serenidad por las más altas 

Esa es la regla

Serán distintos entierros aunque duela lo mismo

Y el de la clase media , que no es tonto y prefiere estar en el grupo de los ricos , contiene sus lamentos y quejidos tanto como le es posible. con la esperanza de que la serenidad ,que en realidad y en el caso de los ricos procede de la cuantiosa herencia que van a recibir sus hijos o de la seguridad de que serán atendidos  en el último suspiro por un  exquisito equipo médico que embalsamará a la momia, proceda en realidad de un aprendizaje al que según las fechas llamaran los humanos  fe o educación

Pero ambas cosas son productos del sistema para contener 

Y así como llorar es de tontos y emocionarse de débiles se cargan de un tirón muchas de las mejores escenas del cine  y  la literatura mundial y...

 ¡Cómo si lloviera, oiga¡

Pero... No olviden nunca 
que  si se siguen ustedes dejando llevar por ese inhóspito y desértico camino, las consecuencias serán imprevisibles

Vuelvan a la vida

Lloren ustedes, emociónense, sientan que están vivos





 Llorar a lágrima viva.
Llorar a chorros.
Llorar la digestión.
Llorar el sueño.
Llorar ante las puertas y los puertos.
Llorar de amabilidad y de amarillo.
Abrir las canillas,
las compuertas del llanto.
Empaparnos el alma, la camiseta.
Inundar las veredas y los paseos,
y salvarnos, a nado, de nuestro llanto.
Asistir a los cursos de antropología, llorando.
Festejar los cumpleaños familiares, llorando.
Atravesar el África, llorando.
Llorar como un cacuy, como un cocodrilo...
si es verdad que los cacuíes y los cocodrilos
no dejan nunca de llorar.
Llorarlo todo, pero llorarlo bien.
Llorarlo con la nariz, con las rodillas.
Llorarlo por el ombligo, por la boca.
Llorar de amor, de hastío, de alegría.
Llorar de frac, de flato, de flacura.
Llorar improvisando, de memoria.
¡Llorar todo el insomnio y todo el día!


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